3 de diciembre de 2011

Musgo


Qué llenos de ternura me resultaban los días en que salíamos a recoger el musgo para el Portal de Belén.

A principios de Diciembre y en una tarde soleada, solíamos salir por los alrededores en busca del, para ti, gran tesoro, mullido y musgoso suelo, suave alfombra para pastores, campesinos y reyes que pisarían el camino a Belén.
Tú llevabas bien sujeto el cubito azul y la paleta roja de la playa,  que bien nos podían servir para el menester que nos urgía.

Y a lo largo de todo el camino íbamos arrancando de la tierra el suave terciopelo que luego llevaríamos a casa.
A veces, arrastrábamos a la par un caracolillo diminuto que se alimentaba de aquello que nosotros recogíamos.

-          ¿Podemos llevarlo a casa Mami, y ponerlo también en el Belén?
-          ¡Claro que sí!

Y Se iluminaba tu carita tal vez imaginando al caracol entre medio de los pastores.

 A la vuelta, cuando ya el sol comenzaba a desdibujar su camino y perpendicularizaba sus rayos sobre nosotros, el musgo recogido en el cubito brillaba como oscuras esmeraldas reluciendo dentro de su más sencilla humildad.

Entre los dos compartíamos como íbamos a preparar el Belén y en qué lugar pondríamos cada una de las figuritas. Tu carita refulgía de felicidad, y tu pelo, acariciado por el sol, no podía por menos que parecerme el mismo del Niño Jesús.

Imagen de Aquí


1 comentario:

Lidia dijo...

Me he emocionado muchísimo leyendo tu relato de vivencias tan lejanas en el tiempo y tan cercanas en la memoria.
Me encantan tus relatos que acabo de descubrir.
Blogs de cocina estamos muchos pero personas que escriban con esta sensibilidad se encuentran poquitas.
Te seguiré fielmente.
Besos

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