25 de septiembre de 2009

Desazón

Seguramente, y debido al desafortunado incidente de ayer, mi día de hoy ha estado irreal y oscuro, tal y como si todo el tiempo fuera media noche, ese momento en el que la oscuridad se hace dueña de la mente dejándola totalmente vacía e impenetrable.
No he podido hoy ver el sol, las nubes lo han eclipsado lo mismo que aquello que ocurrió ha eclipsado mi estar y mi ser.


He soñado, a lo largo del día, que me entretenía mirando la luna, una luna inexistente, y a los nenúfares, a los que veía danzar claramente iluminados ante la plateada luz. Despedían un perfume intenso, mágico, que como si de un espejismo se tratase, yo podía oler y que me traía jirones de otros momentos, momentos en los que treinta años atrás, y por otras circunstancias provocaban en mí la misma desazón que hoy me invade.
Aún no sé cómo se desenlazarán las horas venideras, ni cuál será mi reacción cuando ya todo se asiente.
La tuya la intuyo. Así, tan templado, con esa serenidad que últimamente te caracteriza, y que te hace figurar ante mí más como un padre o como un marido en lugar de cómo hijo, presiento que tu actitud me llevará de nuevo, como cuando eras niño, a sumergirnos juntos en las azabaches aguas del estanque, haciendo con nuestra intrusión esconderse a las carpas rojas y doradas, pasar nadando debajo de ellas y una vez en la profundidad mirar hacia arriba.
Desde esta dimensión los nenúfares se antojan pequeñas islas verdes que refractan la luz y flotan en el aire. Con la respiración contenida quedábamos extasiados observándolos.




Hay muchos momentos en la vida en los que regresa el ayer, los mismos instantes, los mismos momentos…. Pero con matices completamente distintos.




Fotografía de este lugar

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