15 de diciembre de 2009

Huída


Sería maravilloso no tener recuerdos, despertar cada mañana con la apasionante sensación de poder empezar todo de nuevo, de ser como una pestaña bruñida por la lluvia. Más nada podía olvidar, ni siquiera los pequeños, triviales, obsesionantes detalles, los que más hieren, aquellos que hacen revivir el pasado… (Bernad de Kerraoul).


Hubo un tiempo entre nosotros en el que yo pensaba algo semejante a esto, en la época en que te escapabas e incluso parecía de huías de mí.


En aquél tiempo de lluvia interna, presentía como casi a media tarde ya se acercaba la noche, la oscuridad, y nubes bajas apresaban mi corazón envolviéndolo en un sucio gris de impotencia.
Fue mucho el tiempo en que esa persistente lluvia prosiguió monótona, insistente y glacial. Las gotas se tupieron y al estrellarse en mis latidos me atenazaban el alma.


Con la frente apoyada sobre el interior del vidrio chorreante, miraba borrosa como te alejabas, pájaro libre que empezaba a aprender a volar.




Imagen de Aquí

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