30 de julio de 2009

Luciérnagas

En las tranquilas noches de verano me resultaba muy agradable sentarme junto a ti en el porche.
Oculta por las ramas de los árboles, la luna se extendía sobre la amplitud del césped, de tonos oscuros, dibujando plateados diseños.

Tú monologabas solitariamente en una charla con algo imaginario, dirigiéndote a mí de cuando en cuando “¿Verdad Mamá?” (Aún no me llamabas por mi nombre, como comenzaste a hacer a partir de tu pre-adolescencia).

En algún lado, muy cerca, canto un ave nocturna y los grillos se unieron en concierto. Hacía calor y la chicharra hacía rato que había acallado su canto con la llegada de la noche. El único chirrido que se oía era el de la mecedora enrejada sobre la que yo me mecía.

De repente dirigiste la vista y me señalaste más allá de la luz eléctrica de la farola. Allí, un montón de luciérnagas parecían colgar suspendidas en el aire, mientras su tórax emitía una especie de código Morse de puntos fosforescentes y oscuros, como si lanzasen al aire pegajoso mensajes ocultos.

Tu carita se iluminó complacida ante el espectáculo.

La mía se iluminó complacida ante tu curiosidad mientras lo contemplabas.

Imagen de Arte Virtual

No hay comentarios:

2009 Marrón Dorado - Powered by Blogger
Blogger Templates by Deluxe Templates
Wordpress theme by Dirty Blue